Noche sombría y electrizante, alguien mató a Martín, ¿quién lo hizo?

Una sombra y un… ¿asesino?

Nota informativa: Todos los nombres de la siguiente narración son ficticios, lógicamente.

Era una fría noche de enero en Madrid. Las calles de Lavapiés estaban casi desiertas, salvo por algún transeúnte apurado que buscaba refugio del viento cortante. 

En la estrecha calle de los Geranios, apenas iluminada por una farola parpadeante, un hombre yacía sin vida

Su cuerpo, rodeado de un charco oscuro que teñía el empedrado, dejó un rastro de preguntas que se convertirían en el núcleo de un juicio lleno de intriga.

El cadáver fue identificado como Martín Salinas, un comerciante local conocido por sus deudas y un carácter áspero. 

Apenas unas horas después, la policía detuvo a Diego Velasco, un joven que vivía a pocas manzanas de la escena y que, según un testigo, fue visto corriendo desde el lugar con las manos ensangrentadas.

¿Homicidio? 

¿Asesinato?

El atestado policial

El informe inicial señalaba que Martín había fallecido por una puñalada certera en el pecho

Los agentes recogieron un cuchillo abandonado en un contenedor cercano, con huellas parciales que coincidían con las de Diego. 

Además, la policía afirmó haber hallado en su casa una chaqueta manchada de sangre, que correspondía al grupo sanguíneo de la víctima. 

Todo parecía apuntar al joven como autor del crimen.

Diego, sin embargo, negó los hechos desde el principio. Aseguró que aquella noche había salido a comprar tabaco y que, al oír un grito, se acercó al lugar del crimen por curiosidad, pero huyó al ver el cuerpo, temiendo ser incriminado. 

Según él, las manchas de sangre provenían de un accidente previo mientras reparaba su bicicleta.

La fase de instrucción

El caso pasó al Juzgado de Instrucción n.º 7 de Madrid. La defensa de Diego recayó en manos de Clara Fernández, una abogada conocida por su tenacidad y su habilidad para encontrar grietas en los casos aparentemente sólidos. 

Desde el primer momento, Clara creyó en la inocencia de su cliente y estaba decidida a demostrarla.

Durante la fase de instrucción, Clara desmontó parte de las pruebas iniciales:

  1. El cuchillo: La abogada solicitó un informe pericial adicional. Resultó que las huellas parciales no eran concluyentes, y no se podía probar que Diego lo hubiera empuñado.
  2. La chaqueta: Clara presentó testigos que confirmaron que Diego había tenido un accidente con la bicicleta esa misma tarde, lo que explicaba las manchas de sangre. Además, un análisis forense reveló que las manchas no correspondían exclusivamente a la víctima, sino que incluían sangre del propio Diego.
  3. El testigo ocular: La defensa puso en duda la credibilidad del testigo, un hombre que, según se descubrió, había tenido problemas previos con Diego y estaba lejos de ser imparcial.

Sin embargo, la acusación se mantenía firme. La Fiscalía pedía 20 años de prisión por homicidio, alegando que la suma de indicios era suficiente para condenar a Diego.

La fase intermedia

En los escritos de calificación, Clara argumentó que la acusación carecía de pruebas directas y que no se podía establecer con certeza la participación de Diego en el crimen. 

Insistió en que los indicios eran circunstanciales y que la investigación policial había ignorado otras posibles líneas de investigación, como la existencia de enemigos conocidos de la víctima.

El juez de instrucción decidió que había suficientes indicios para abrir juicio oral, pero Clara no se rindió. Sabía que, en la sala del juicio, podría exponer todas las debilidades del caso y dar un giro decisivo.

El juicio oral

El juicio comenzó en la Sala del Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial de Madrid. Desde el primer día, el ambiente era tenso.

La sala estaba llena de periodistas y curiosos, atraídos por el morbo del caso. Diego, vestido con un traje prestado y con el rostro marcado por el miedo, parecía un hombre a punto de quebrarse. Pero Clara estaba a su lado, lista para luchar.

La Fiscalía basó su caso en los indicios ya conocidos, pero Clara atacó cada punto con precisión quirúrgica:

  • El cuchillo: Durante el contrainterrogatorio, el perito admitió que las huellas no eran concluyentes y que no se podía descartar que pertenecieran a otra persona.
  • La chaqueta: Clara presentó a los testigos que confirmaron el accidente de bicicleta. Además, el forense contratado por la defensa explicó que las manchas de sangre podían haberse transferido al tocar el cuerpo al acercarse, como Diego había declarado desde el principio.
  • El testigo ocular: Bajo presión de Clara, el testigo se contradijo varias veces y terminó admitiendo que había visto a Diego corriendo, pero no lo vio directamente cometer el crimen.

El momento más impactante llegó cuando Clara presentó un informe que la policía había pasado por alto: un análisis de cámaras de seguridad cercanas. 

En las imágenes, se veía a un hombre, que no parecía Diego por su complexión física, con una gorra y una chaqueta oscura, caminando rápidamente en dirección contraria minutos después del crimen. 

Este hombre nunca había sido identificado ni investigado.

La absolución

El juicio culminó con los alegatos finales. 

Clara apeló al principio de presunción de inocencia, subrayando que no existía una sola prueba directa que vinculara a Diego con el crimen y que todo el caso se basaba en suposiciones. Con una voz firme, declaró:

—Señores y señoras del Jurado, la justicia no puede condenar a un hombre por miedo o por conveniencia. Diego Velasco no mató a Martín Salinas. El verdadero culpable sigue ahí fuera.

Tras horas de deliberación, el jurado dictó sentencia: Diego Velasco era absuelto de todos los cargos por unanimidad

La falta de pruebas directas y las inconsistencias en el caso llevaron al Magistrado-Presidente a aplicar el principio “in dubio pro reo” para fundamentar la sentencia.

Diego rompió a llorar al escuchar el veredicto. Su vida, marcada por meses de incertidumbre y dolor, estaba a punto de volver a empezar. 

Clara, emocionada pero serena, le dio una palmada en el hombro antes de salir de la sala bajo la mirada de los medios.

Epilogo

Aunque el caso quedó cerrado, el verdadero autor del asesinato de Martín Salinas nunca fue identificado

Para Diego, la absolución fue el fin de una pesadilla, pero también el inicio de una vida con cicatrices invisibles.

Como suele decirse, en el laberinto de la justicia penal, a veces la verdad queda sepultada bajo capas de sombras. 

Pero aquella noche en la calle de los Geranios, una cosa quedó clara: no todas las manos ensangrentadas son culpables.

La estrategia procesal de Clara Fernández

Fase de instrucción: la clave de la preparación

Desde el primer momento, Clara sabía que el éxito del caso dependería de su capacidad para desmontar las pruebas de cargo presentadas por la acusación. 

Su enfoque fue claro: demostrar que los indicios eran insuficientes y que la investigación policial había sido apresurada y negligente.

  1. Solicitud de diligencias complementarias
    • Clara presentó un escrito al Juzgado solicitando la realización de diligencias adicionales para debilitar los elementos probatorios:
      • Un nuevo análisis del cuchillo: Buscó demostrar que las huellas no eran concluyentes. Para ello, aportó un perito propio que cuestionó la metodología inicial de la policía científica.
      • Estudio forense de la chaqueta: Clara pidió un informe detallado sobre las manchas de sangre, para determinar si había restos de transferencia accidental (algo compatible con la versión de Diego).
      • Petición de grabaciones de cámaras de seguridad cercanas: Esto fue clave, ya que las imágenes obtenidas no solo no mostraban a Diego en el momento exacto del crimen, sino que revelaron la presencia de un hombre desconocido en las inmediaciones.
  2. Impugnación del testigo ocular
    Clara solicitó la declaración del testigo en sede judicial y, durante su interrogatorio, evidenció contradicciones importantes. Además, presentó antecedentes del testigo que ponían en duda su imparcialidad, dado que este había tenido un altercado con Diego semanas antes.
  3. Preparación psicológica del acusado
    Clara dedicó tiempo a preparar a Diego para su declaración ante el juez de instrucción. Le explicó la importancia de mantenerse firme y responder con serenidad, evitando caer en provocaciones o contradicciones. Su declaración, clara y coherente, ayudó a reforzar su versión de los hechos.

Fase intermedia: los escritos de calificación

En la fase intermedia, Clara presentó un escrito de defensa contundente, donde atacó las debilidades de la acusación. Sus principales argumentos fueron:

  1. La inexistencia de pruebas directas
    Clara subrayó que no había ninguna prueba directa que colocara a Diego en el lugar del crimen como autor del homicidio. Ni las huellas en el cuchillo ni las manchas de sangre podían considerarse concluyentes.
  2. La falta de investigación de otras hipótesis
    Alegó que la policía había cerrado el caso demasiado rápido al centrarse únicamente en Diego, dejando sin investigar otros posibles móviles y sospechosos.
  3. Vulneración del principio de presunción de inocencia
    Clara insistió en que, según el artículo 24 de la Constitución Española, toda persona tiene derecho a la presunción de inocencia, y que los indicios presentados no alcanzaban el estándar probatorio necesario para sustentar una acusación tan grave.

Pese a sus esfuerzos, el juez consideró que existían indicios suficientes para abrir juicio oral, pero Clara ya había plantado dudas importantes que serían cruciales en el juicio.

Juicio oral: desmontando cada prueba

El juicio oral fue el escenario donde Clara brilló como abogada defensora. Desde el inicio, su estrategia consistió en evidenciar las inconsistencias del caso y sembrar la duda razonable en los magistrados.

  1. Alegaciones iniciales
    Clara comenzó su intervención destacando que el caso estaba construido sobre pruebas débiles y que la Fiscalía no había logrado demostrar la culpabilidad de su cliente. Recordó al tribunal que la ausencia de certeza debía resolverse siempre a favor del acusado («in dubio pro reo»).
  2. Interrogatorio del testigo ocular
    Durante el contrainterrogatorio, Clara sometió al testigo a un intenso escrutinio. Sus preguntas, formuladas con precisión, lograron que el testigo se contradijera varias veces respecto a lo que había visto aquella noche. Además, Clara aportó pruebas documentales de los problemas previos entre el testigo y Diego, demostrando un posible ánimo de venganza o prejuicio.
  3. Ataque a las pruebas periciales
    • El cuchillo: Clara llamó al estrado a un perito independiente, quien explicó que las huellas parciales no eran concluyentes y que podrían pertenecer a varias personas. Además, sugirió que la manipulación del cuchillo por parte de los agentes en la escena pudo haber contaminado la prueba.
    • La chaqueta: El forense de la defensa confirmó que las manchas de sangre no eran determinantes y que Diego pudo haber tocado el cuerpo al acercarse, como él había declarado.
  4. Presentación de las grabaciones de cámaras de seguridad
    Clara presentó las imágenes obtenidas en la fase de instrucción como prueba documental. Estas mostraban a un hombre desconocido en la escena minutos después del crimen, lo que abría la posibilidad de que otra persona fuera el autor del asesinato. Esta evidencia fue un golpe devastador para la acusación, que no pudo explicar por qué no se había investigado a este individuo.
  5. Alegato final
    Clara cerró su intervención con una exposición emotiva y técnica:
    • Recordó al tribunal que la justicia debe basarse en certezas, no en especulaciones.
    • Apeló a la humanidad de los magistrados, describiendo cómo Diego había sido víctima de un sistema que lo había señalado injustamente.
    • Terminó con una frase contundente:
      —Condenar a un inocente no solo sería una injusticia para Diego Velasco, sino también para la memoria de Martín Salinas, cuyo verdadero asesino aún camina libre.

Resolución: la absolución

La actuación de Clara fue determinante. El Jurado, tras deliberar durante varias horas, dictó la no culpabilidad de Diego. En su fundamentación, el Magistrado-Presidente señaló que:

  • Las pruebas de cargo eran insuficientes para destruir la presunción de inocencia.
  • La defensa había logrado demostrar la existencia de dudas razonables.
  • La investigación policial presentaba lagunas importantes.

Reflexión sobre la defensa

La actuación de Clara Fernández no solo fue brillante desde el punto de vista técnico, sino también profundamente humana. 

Supo conectar con el Jurado, con Diego y con la narrativa del caso, construyendo una defensa que iba más allá de los papeles y las pruebas.

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